SEGUNDA NATURALEZA

En Costa Rica, la pintura se reescribe constantemente, alcanzando hitos en la producción contemporánea y despojándose de todo rasgo obsoleto. Uno de los artistas contemporáneos, que ha insistido en la pintura como un modo recurrente de cuestionar el propio ejercicio pictórico, es Claudio Fantini.  Por más de una década la obra del argentino devenido costarricense, se ha ubicado entre las apuestas más consolidadas dentro de la escogencia de este medio en el contexto centroamericano.

Clara Astiasarán | Historiadora y crítica de arte

DIOS NO EXISTE, PERO CASTIGA

A Fantini hasta el apellido le ayuda. No es lo mismo firmar, por ejemplo, Mora o Pérez o Chaves. Para rematar, su pintura tiene la potencia que sólo transmite el artista que está seguro tanto de su técnica como de lo que hace con ella. Su obra, antes que apelar a la -tan sobrevalorada- sensibilidad del público, es un ataque a la ignorancia. En esta época, que ya desde los 60 el situacionista Guy Debord etiquetó como la «sociedad del espectáculo», la sensibilidad se confundió con la sensiblería; pero la ignorancia, siempre más poderosa, sigue siendo la ignorancia. Claudio sabe que ésta es un vehículo de la mediocridad y sabe también que con ellas no hay que tener compasión, ni darles limosna; no hay que hacerles concesiones, ni crítica constructiva. En medio de la obviedad, oportunismo y mesianismo (ese de los-artistas-cambiarán-el-mundo) de muchos de sus colegas, Fantini es como un aguafiestas, un aguafiestas necesario.

Luis Chaves | Escritor y poeta costarricense

LA MECÁNICA DE LA INCERTIDUMBRE

Fantini reivindica el aspecto artesanal del medio pictórico, al trabajar cuidadosamente los fondos y al elaborar imágenes sugestivas que remiten a tradiciones arraigadas en la cultura visual de Occidente. Sus seres diseccionados, híbridos humanoides y monstruos dobles, encarnaciones solitarias en medio de paisajes anónimos y desolados, concentran, en su gestualidad contradictoria y en su carácter silente, la estupefacción ante la realidad anímica solipsista, estimulada por la cultura contemporánea.

Vivianne Loría | Historiadora y Crítica de Arte, Editora de la Revista Lápiz

¡NO HAY CADÁVER!

Fantini propone el dibujo como  punto de partida, piedra angular o materia prima para dar cuerpo  al tejido de su texto;  es a través de él que se pasea sin tapujos  por los dominios más plurales de la cultura visual:  goza de y con la ironía del comics, se regodea en la atmósfera y tratamiento  del cartoon, se zambulle en  la escena fílmica y construye su propia narrativa visual;  corteja  al videojuego mientras convoca a la novela negra y se sirve de ella junto con  los libros  infantiles para colorear, asumiendo la  intermedialidad  como el bastión de su «viñeta». La evidente alusión al cadáver exquisito, juego colaborativo de creación de corte surrealista, así como al Thomas de Quincy que eleva el asesinato a la esfera romántica de las bellas artes, ponen de manifiesto, igualmente, el carácter lúdico y dialógico que nutre el terreno sobre el cual se disemina esta producción.

Linda Richards | Crítica y Curadora Independiente de Arte, New York